El color de la maldad es un título muy sugerente, ¿verdad? ¿Qué color creéis que tiene? Podría ser el color negro que predomina en la portada o el rojo de la sangre, porque un buen thriller sin crímenes es un sinsentido. El libro está protagonizado por el inspector Bermejo, un policía veterano que no atraviesa un buen momento personal, y el sargento Roncero, un guardia civil novato. Ambos, sin quererlo, se ven envueltos en la investigación de la misteriosa desaparición de una pareja de jóvenes. Un caso ya de por sí complicado, por la ausencia de pistas, que se convierte en un infierno cuando el posible secuestro se convierte en el primer crimen de un asesino en serie que los mantendrá en jaque con su brutalidad y los extraños mensajes que ocultan sus macabras matanzas. La novela trata otros temas: viejos amores, complejos de juventud, las tensas relaciones que a veces se dan entre la policía y la guardia civil y el controvertido papel de los medios de comunicación en las investigaciones policiales. Toda cara tiene su cruz y el autor nos mostrará ambas a lo largo de la novela. Me ha gustado especialmente la pareja formada por Bermejo y Roncero. Pese a pertenecer a diferentes cuerpos de seguridad, forman un gran equipo. Bermejo es un perro viejo que conoce como se mueven los hilos en las altas esferas y Roncero es un joven muy inteligente que gracias a sus amplios conocimientos en el campo de la psicología conseguirá desentrañar esos extraños mensajes que aparecen en los escenarios del crimen. El ritmo narrativo es frenético. En capítulos alternos, vamos siguiendo dos carreras contrarreloj: la de los investigadores por evitar que haya más crímenes y la del propio asesino por ejecutar su plan lo antes posible para conseguir su ansiado objetivo. Si os gustan los buenos thrillers, arriesgaros a conocer “El color de la maldad”. Que sobreviváis o no, ya dependerá de vuestra suerte.
hace 7 años