El principio es tremendamente potente. Con un estilo onírico, el autor no cae en la cursilería o en los lugares comunes que se podrían esperar. En las primeras páginas, las mejores de toda la obra, leemos una gran descripción de la experiencia del atentado, con la dificultad literaria y personal que implica. Pasajes que alcanzan una gran tensión dramática, como el correo que recibe el autor del periodista que ocupaba el piso de al lado, del que los terroristas pasaron de largo. El resto de la obra, las trescientas páginas restantes, están dedicadas a la recuperación y la convalecencia. El lector empatiza con la experiencia del señor Lançon. Vívidamente se imagina a alguien que ha perdido toda dignidad, comunicándose penosamente con una pizarrita pero conservando el sentido del humor. Y aunque era lo que el autor más odiaba, inspira la piedad. Sin embargo, el buen tono del comienzo va decayendo poco a poco. El colgajo tendría que haber sido un libro de la mitad de extensión, al estilo de De vidas ajenas o El adversario. El estilo personal, la no-ficción (para mí ya típica francesa), me ha recordado mucho a Carrère. El libro se hace pesado hacia la mitad. En estas páginas intermedias personalmente agradezco la omnipresencia de la literatura. Proust, Kafta, Shakespeare… son personajes de la novela tanto como los familiares del enfermo. Houellebecq, que en enero de 2015 estaba en plena promoción de Sumisión, ocupa un lugar principal, e incluso protagoniza una de las mejores escenas de la obra en las últimas páginas. Puede que el verdadero tema del libro sea la reducción de la zona de confort. El enfermo, que comienza siendo una víctima, se convertirá poco a poco en un eremita en una torre de marfil, caprichoso, fácil de incomodar y tremendamente sensible. Secuelas a largo plazo de una experiencia tan decisiva. Y cuando el lector está a punto de perder el interés, hacia el final del libro, el protagonista vuelve a tomar un yogur. Su primer alimento sólido en meses. Y se recupera la profundidad literaria del comienzo. Pienso en cómo los intereses comerciales llegan incluso a influir en una crónica tan dura, que podría haber sido una obra maestra si tuviera doscientas páginas menos. Grandes oportunidades que se dejan pasar. https://solidosyamorfos.wordpress.com/2020/11/14/el-colgajo/
hace 3 años