En El castillo de arena Iris Murdoch traza una profunda reflexión sobre la contingencia, la libertad y el amor, tejida en el trasfondo de una relación matrimonial que se tambalea. Su inolvidable protagonista, Mor, instalado en su segura racionalidad académica, se siente incapaz de aceptar la irracionalidad que le rodea. Una irracionalidad que Murdoch plasma en un conjunto de personajes autónomos, distanciados del autor, que no se reducen a tipos sociológicos o a simples conflictos sicológicos. La responsabilidad, el sentido de culpa, las contradicciones humanas, las ambiciones, los intereses creados, el choque de individualidades, se entrecruzan en la búsqueda del amor, en la constante averiguación filosófica de Iris Murdoch de si es posible hallar la felicidad en la sociedad de nuestros días. La paradoja, el humor y la agilidad caracterizan una narración en la que el análisis de la condición humana camina en paralelo con las reflexiones sobre la naturaleza del arte.