EL AÑO DEL DESIERTO

EL AÑO DEL DESIERTO MAIRAL, PEDRO

Portada de EL AÑO DEL DESIERTO
Nota media 6,67 Bueno 6 votos 5 críticas

Resumen

«Yo, que unos meses atrás atendía el teléfono en oficinas alfombradas, que traducía cartas al inglés vestida con mi tailleur azul y mis sandalias, ahora hundía las manos en la sangre caliente, separaba vísceras, abría al medio los animales, despellejaba, buscaba coyunturas con el filo.»

La intemperie avanza implacable, cercando la ciudad de Buenos Aires, convirtiendo los barrios en descampados y borrando a su paso las costumbres civilizadas. En un mundo que parece estar volviendo a sus orígenes, donde reina el caos, se pudren los alimentos, brotan las epidemias y las mujeres ven recortados sus derechos drásticamente, María deja atrás su trabajo como secretaria y se adentra en la barbarie: de los prostíbulos del puerto a las extensiones de la pampa, sus pasos la llevarán a olvidar de dónde vino, su relato le permitirá recordarlo.

El año del desierto es una asombrosa distopía, metáfora de la eterna crisis argentina, que nos invita a reflexionar sobre la inquietante deriva de nuestras sociedades. Publicada en 2005 y convertida en una novela de culto en su país, es una pieza imprescindible del extraordinario universo literario de Pedro Mairal.

5 Críticas de los lectores

2

En este blog se reseñó “Salvatierra”, de Pedro Mairal, como una novela que captaba la atención del lector por su original planteamiento argumental, la calidad narrativa y la descripción de los personajes. En “El año del desierto”, Mairal presenta un híbrido entre la ciencia ficción y las catástrofes naturales. En un Buenos Aires en el que el desierto cerca la capital argentina provocando un éxodo entre sus habitantes para huir de las conductas violentas que provoca la desesperación, las peripecias de su joven protagonista en su huida centran la historia. Pese a la originalidad de su planteamiento y su buen comienzo, las situaciones, el deambular de la protagonista sin mayor interés en la historia y el surrealismo propias del cine de ciencia ficción norteamericano, hacen de “El año del desierto” una novela en la que, quien desee seguir con su lectura a la espera del que el mal resultado se enderece, puede abandonarla sin problemas porque ese desenlace no ocurrirá. www.antoniocanogomez.wordpress.com

hace 1 mes
6

No sé muy bien cómo calificar esta novela. Puntos a favor: Está bien escrita, con alguna frases o párrafos incluso brillantes. Es una distopía pero crees que puede perfectamente haber sucedido, lo que para mí es positivo. Una buena metáfora de la involución de la sociedad y de la crisis. Pero por otro lado, califico a las novelas según lo que me han hecho sentir, si tienen "alma", si provocan en mí algo. Y ésta no me ha provocado nada, a pesar de las barbaries que cuenta, que tendrían que haberme hecho sufrir y empatizar con María, la protagonista. En algunos pasajes, sí me ha provocado algo de asco, pues describe ciertas escenas con todo lujo de detalles. Pero la narración, no sé muy bien porqué, me ha parecido algo caótica. También ha jugado en contra que yo soy española y como es normal, el autor usa muchas palabras argentinas que ha hecho quizás que no fluyera la lectura. Y que no conozco ni Argentina ni Buenos Aires, por lo que me ha costado imaginarme algunos pasajes, ya que no se da ninguna explicación previa.

hace 1 mes
10

Extraordinario, Mairal nunca defrauda.

hace 4 años
7

La historia de una sociedad literalmente en descomposición: primero son los edificios, después las estructuras sociales y finalmente las relaciones y los sentimientos personales. Ante todo, perturbadora.

hace 6 años

El año del desierto de Pedro Mairal es la historia de una amenaza; la intemperie -un desierto que avanza- va cercando la Capital (Buenos Aires), lo que obliga a su población a tener que adaptarse a las nuevas circunstancias. Una amenaza que no es solo climatológica, sino que se verá agravada por la violencia generada por las bandas de la Provincia, que tratan de entrar en la Capital, y la respuesta también violenta del ejército, lo que se traduce en algaradas callejeras y muertos en las calles. Lo que sucede lo vemos a través de los ojos de la joven veinteañera María, quien vive con su padre, el cual morirá tras pasar éste varios meses en coma catódico (este es un momento absurdo y muy posiblemente lo mejor de la novela). El novio de María desaparece en una manifestación, es obligado a colaborar con su país tras ser alistado contra su voluntad en el ejército y finalmente acaba desertando y desapareciendo del mapa. A medida que la intemperie avanza todo se complica; aumentan las dificultades, surgen las tensiones y la carestía hace aflorar los instintos más violentos. A María ya sin su padre y sin ningún familiar cerca, le toca buscarse la vida, después de perder su trabajo como secretaria en una de esas Torres que son como ciudades verticales. María debe reciclarse; como ella son muchos los que a consecuencia de la intemperie (que bien podría ser la Crisis) han perdido sus trabajos y sobreviven como pueden trabajando en lo que se les ofrece, así María, que encontrará empleo haciendo de enfermera en un hospital hasta que le obligan a marcharse a fin de no contraer la enfermedad, limpiando luego camas en hangares de un puerto, oficiando de cantante y barragana en un lupanar, ya bajo el apelativo de Molly, donde la vida de las chicas que trabajan con ella no vale nada, en manos de un Obispo despótico, una María siempre en movimiento, dejando más tarde la Capital, rumbo hacia Luján y finalmente a la deriva ante un horizonte azul monocromático: solo agua y cielo alrededor. La imaginación de Mairal se cifra en dar cuenta de una ciudad asolada, en crisis, convulsionada, histérica, ante una amenaza que al comienzo de la novela avanza a buen ritmo pero que luego se queda en suspenso, pues uno imagina un escenario mucho más apocalíptico, abocado al precipicio, pero esto no es así, pues a pesar de todo la Capital aguanta, y la gente mejor o peor sigue haciendo su vida (más allá de la Intemperie, y más allá de la Política), incluso como dice alguien en la novela, la desgracia va por barrios y lo que sucede doce cuadras más allá no les concierne, porque cada barrio es un mundo propio. Esto despista, porque sin transición pasamos de vislumbrar el fin de la humanidad a algo que tiene las características propias de una crisis: carestía, manifestaciones violentas, hambrunas, enfermedades, hospitales bajo mínimos, las fuerzas del orden campando a sus anchas, el caos enseñoreándose por las calles, etc. A las novelas como la presente les encuentro un pero, y es que o se escribe algo radicalmente nuevo o bien todo son ecos, interferencias de películas vistas y libros leídos que se cuelan en la narración. Así, leyendo la novela pensaba en La constelación del perro, en Brilla mar del Edén, en 2020 o en películas como Los últimos días, por citar algunas. Películas y libros, en los que los humanos se enfrentan ante una amenaza, ante lo desconocido, ante algo que decolora su porvenir y ante una situación donde el único afán es ya sobrevivir y en donde las conductas humanas a fin de cuentas siempre son clónicas y donde lo único que pudiera ser para el lector vivificante, subyugante y atractivo, sería una prosa radical, febril, enfermiza, delirante que en Mairal -tirando éste de manual y en una línea muy clásica, a pesar de algunos ribetes gore en las postrimerías- no la he encontrado, más allá de ser la novela un desplazar a María, su personaje, por distintos lugares y escenarios que languidecen, no por la intemperie, sino porque la novela no da mucho más de sí, una vez que las cartas están sobre la mesa y uno anhela entonces más “que acabe ya” que el “que dure sine die”. El no haber pisado yo nunca Buenos aires y el no ser argentino, implican que mucho de lo que Mairal nos refiere, algo parecido a un palimpsesto en descomposición donde asoman los estratos, tanto a modo metafórico, como mediante correspondencias históricas, a uno se le escapen y sólo capte lo arriba enunciado, lo cual tiene algo, o mucho que ver, presumo, con mi valoración de la novela.

hace 8 años