"Un hombre puede sentirse un enviado de Dios y los que lo rodean lo creerán un mentiroso o un excéntrico. Otro hombre podrá imaginar que su esposa ha sido sustituida por una doble idéntica que, por razones insondables, ha ocupado el lugar de su esposa legítima con intenciones siniestras. Una mujer atrapada en una existencia banal advertirá que ha sido elegida para participar en una estructura de poder que domina el mundo a través de una máquina. Otra mujer le encuentra sentido a su vida cuando recibe la orden de tejer una alfombra kilométrica para que Dios camine sobre ella. Resulta difícil determinar el límite entre las conductas desmedidas y la aparición cierta de un delirio. Muy pocos están preparados para admitir que personas de su círculo íntimo puedan estar sufriendo delirios, alucinaciones, locura. Se suele cometer el clásico error de analizar estas conductas desde una lógica racional. Cuando se cae en la cuenta de la magnitud de estas perturbaciones, muchas veces ya es tarde. En estos episodios aparece, con frecuencia, un pasado de conflictos y sufrimiento, abusos de todo tipo, soledad. “Por suerte escucho voces, porque nadie me habla nunca y no lo puedo soportar”, dice una mujer, recién internada en un psiquiátrico.