Resumen

Cuentos republicanos quizá sea el mejor libro de García Pavón. Las distintas piezas, plenas de sustancia autobiográfica, se ocupan del final de la infancia y de la primera adolescencia, que coinciden con los años de la Segunda República. El autor utiliza un material literario de un costumbrismo bien dosificado para contarnos su exaltación de las libertades y los sentimientos republicanos, pero también para rememorar su aprendizaje vital. Los relatos son, pues, una excelente muestra de cierto realismo social que supo enriquecer el mero análisis crítico con un lenguaje preciso, un lirismo sutil y buenas dosis de humor. Estas narraciones, entre las que se incluyen piezas maestras como “El entierro del Ciego” y “Paulina y Gumersindo”, se mantienen vivas, por lo que se siguen leyendo con interés y satisfacción.

2 Críticas de los lectores

9

García Pavón (1919-1989) tuvo la desgracia de nacer en Tomelloso (Ciudad Real), de no mostrarse beligerante en temas políticos y de tener un nombre tan común como Francisco. A pesar de todas estas circunstancias, está considerado uno de los mejores contadores de cuentos español del siglo XX. Los suyos son cuentos políticos donde la política es lo de menos, donde importa el recuerdo bello de la convivencia entre gentes distintas que acabaron destrozadas por la guerra, en definitiva, historias llenas de amor a lo más simple, de humor castizo y de respeto por todos. Con La frescachona y El entierro del ciego, dos de sus Cuentos republicanos, la risa está asegurada.

hace 9 años
8

De Francisco García Pavón - posiblemente uno de los mejores escritores españoles de cuentos del siglo XX y hoy, por desgracia, muy olvidado - me gustan especialmente sus breves relatos autobiográficos - desde su niñez en La Mancha hasta el comienzo de su etapa de estudiante en Madrid (no parece interesarle nada más de su vida)-: “Cuentos de mamá”, “Cuentos republicanos”, “Los liberales” y “Los nacionales” retratan cronológicamente esa etapa de su vida. La anécdota del cuento suele ser mínima, lo que importa es el retrato del paisaje y el paisanaje de su pueblo manchego y la belleza y difícil sencillez del lenguaje que utiliza. La descripción es tan detallada que alguien llegó a nombrarlo el “Proust manchego”. Y, por encima de todo, es conmovedor el esfuerzo (casi desesperado, da esa impresión) que hace Pavón para dejar constancia de unas historias sencillas de su niñez, quizá como un vano antídoto al paso del tiempo. Qué grande, Pavón.

hace 16 años