El libro recoge las experiencias autobiográficas de los viajes que Heine realizó por Alemania e Italia entre 1823 y 1828, aunque más bien nos ofrecen una especie de vagabundaje interior y no son sino viajes en torno a un único centro: el corazón del poeta. En ellos conviven el profundo lirismo con un sarcasmo inmisericorde, la tierna ingenuidad de canciones y leyendas populares con caricaturas en el más pícaro estilo de Quevedo, la admiración y el entusiasmo por grandes personajes históricos con el resentimiento y la sátira más cruel a la Alemania de su tiempo, el amor sublime con los prosaicos placeres de la carne, la constante burla de Dios, del mundo y del lector con la más sincera compasión por los humildes y los débiles, una notabilísima erudición con una fantasía desmesurada, un chispeante humor con una amargura terrible. Todos estos elementos y muchos más aparecen unos junto a otros sin transición, como los rombos multicolores del gorro de cascabeles de un arlequín, una imagen grotesca que refleja la visión que Heine tiene del mundo y que representa el ideal estético de lo fragmentario, quebrado e imperfecto, tan característico de la literatura moderna.