A Reverte lo he leído largamente más por sus novelas que por sus artículos. Este libro lo encontré por casualidad, sin buscarlo, y cuando por fin me decidí a leerlo, me he encontrado con algo que no me ha dejado indiferente. En sus anécdotas y reflexiones he logrado encontrar muchas de las ideas que antes ya había leído en sus novelas , pero también destaco que a través de las páginas de este libro he logrado encontrar a un Reverte que, muy a pesar de los horrores que presenció en su antigua vida de corresponsal, tiene un lado sensible que deja fluir en sus obsesiones : los libros, la eterna nostalgia de una España esplendorosa , la navegación, los animales, sus amigos y de todo tipo de personas (y personajes) que alguna vez formaron parte de su día a día. Muchos de estos escritos me hicieron reír o cuanto menos esbozar una sonrisa, otros me transportaron al locus amoenus revertiano que bien podría ser el de cualquiera de nosotros o de todos, hubo unos cuantos que me conmovieron profundamente (Perros e hijos de perra, La última carga, El cabo Belalí, por mencionar ejemplos notables) y también los que me pusieron a pensar. Altamente recomendable.
hace 5 años