Nota: esta opinión desvela detalles del argumento. Un hombre vivido, tan dado a la soledad, se aferra a lo que presiente es su única racha de buena suerte. Pareciera que el final no es justo, pues nos metemos en la piel del protagonista y sentimos nuestra su derrota, dejamos invadirnos por la desesperación y nos entran ganas de apalear a todos los tiburones que se nos presenten. Pero la verdad es que sólo continuó amarrando el sedal por orgullo, ya que todo marinero experto sabe que un pez de tal tamaño no cabe en tal barca. En mi opinión lo que aferraba el marinero tan tercamente era la muerte, vestida de pez, y aún su victoria murió, pues lo mataron los tiburones. Un recuerdo va a perdurar en mi mente después de largo tiempo: como amante del mar, voy a llamarla mar.
hace 8 años