Hoy como ayer, mañana como hoy, todavía, siempre, eternamente, la palabra escrita adquiere un valor incalculable. La de Cravan, el boxeador poeta, el escritor sin obra, revela su fragilidad, su desesperación, su locura y su amor por la bohemia Mina Loy. Cravan se desnuda en cada una de sus misivas, en cada una de sus frases, y aunque ya no se escriban cartas así, no está de más recordar lo que sentimos cuando nuestras letras parecían viajar a ciegas y a pie, cuando el escritor se mostraba tal como era en cada frase: "Mil veces mil besos. Nueva York eres tú y estoy loco por volver. Alejarme de ti, imposible. Besos y eternidad. He nacido demasiado sensible. En fin, somos menos fuertes que el destino".
hace 9 años