Reconozco que no soy lectora de textos en catalán, pero este cayó en mis manos gracias a mi hija Leyre. Ana Moya era compañera suya en un taller de conversación en ingles y al finalizar, tuvo el detalle de regalar un ejemplar a cada compañera. Mi hija insistía en que debía leerlo y por fin, un mes de marzo, con la llegada de la primavera, me cogió predispuesta. Desde el primer momento me cautivó su escritura, su forma de entrelazar las historias de personas ajenas las unas a las otras, que en algún momento de sus vidas, se han cruzado, sin reparar en ello. Y el centro de todas estas historias es el Café Zoo, donde la protagonista observa y pretende encontrar a un amigo perdido. Es una historia triste, sin final, que llega muy adentro. Recomiendo a los lectores de Que libro leo, que lo lean.Es corto, no les llevará mucho tiempo y van a aprender mucho de él.
hace 7 años