No he sido capaza de terminar la descripción y etcétera de la estación de trenes de Amberes. O sea, que la explicación de un edificio que, probablemente, tendrá sentido en el futuro no me ha permitido enterarme siquiera de quién es el personaje de la novela. Como algún otro lector ha anotado, posiblemente sea una novela para mentes más desarrolladas que la mía. Una vez más, mantengo que no sé escribir un libro pero sí lo que me gusta o no. Esta novela entra en el selecto grupo de las que no.

Austerlitz dice, dice Sebald, digo yo que este libro es bastante aburrido y sin mucho contenido.

Intimismo conmovedor expresado con un oficio supremo, un auténtico canto a la melancolía de quien extravió su vida nada más empezar a vivirla. El nivel de detalle de las descripciones, que inocula un inmaculado realismo a la narración, le otorga también un ritmo que puede resultar algo tedioso.

Se hace largo por lo aburrido que es. Por ejemplo varias páginas para hablar del vuelo de las polillas. Tal vez para un avezado en literatura puede que sea bueno, para un lector aficionado es tedioso.

Sebald es capaz de convertir en gran literatuta el hecho mas minusculo y aparentemente sin importancia que se pueda pensar. Su capacidad de narrar vidas de personas simples como si fuera la vida de Reyes y su estilo narrativo el cual a veces es profundamente poetico y otras veces tan documentado que parece uno estar leyendo una enciclopedia, lo convierten en un autor sumamente original e innovador. Austerlitz es una obra incalicable e inclasificable, pero sin lugar a dudas una obra maestra en todo el sentido de la palabra.