La joven y tímida Daphne Wade se ha enamorado de su jefe, el duque de Tremore. Sin embargo, Anthony Courtland solo ve en ella a la eficiente restauradora de aspecto desaliñado que va a ayudarle a cumplir su sueño: abrir al público las puertas de su museo arqueológico, en Londres, en tan solo unos meses. Cuando una noche, por casualidad, Daphne escucha una conversación privada entre el duque y su hermana, se da cuenta de la pobre imagen que él tiene de ella. Rota de dolor, decide olvidar a su amor platónico y presentar su dimisión. Pero Anthony no está acostumbrado a recibir negativas y logra convencerla para que se quede unos meses más a su lado, a cambio de una mejora salarial y otras concesiones. «Amor prohibido» nos presenta una historia de amor en la que la pareja protagonista entabla un juego de seducción que me ha tenido en ascuas todo el rato y con un desenlace muy, muy bonito. Daphne pasa desapercibida para cualquier hombre por culpa de sus lentes, su pelo recogido de cualquier forma y su antiestético delantal con el que trabaja restaurando frescos y antiquísimas piezas de cerámica romana. Uno de los puntos a favor de esta novela es que Daphne no tiene que transformarse en un bello cisne ni cambiar de atuendo para conquistar el corazón de Anthony ya que este se enamora de su inteligencia y de la determinación con la que le planta cara cada vez que él la contradice. El duque, que se presenta como una persona muy arrogante y pagada de sí misma en los primeros capítulos, poco a poco va transformándose, gracias a Daphne, en un hombre muy distinto, atento, generoso y muy detallista. A través del lenguaje de las flores Anthony iniciará otro juego para conquistar su corazón, que también ha resultado divertidísimo. El desenlace es algo precipitado, pero increíblemente bonito. Además, preparaos para disfrutar de una declaración de amor muy original y romántica, que compensa el hecho de que la novela no contenga un epílogo final.
hace 1 año