Nos encontramos ante una obra maestra. Suena a osadía escribir una obra como ésta, pero Trapiello nos deja boquiabiertos y sin palabras. Sí se lee el último capítulo de la gigantesca novela cervantina y se continúa con esta obra, no hay ruptura lingüística. Parece mentira que pueda escribirse como en el Siglo de Oro. Eso en lo que se refiere al lenguaje en la novela que es totalmente innovador. En cuánto a la historia desde ese día después de la muerte de Alonso Quijano, es estupenda. Una lectura soberbia que es un descubrimiento y un deleite.
hace 4 años