Se afirma en la cubierta de la preciosa edición de Impedimenta que “La juguetería errante” es un clásico de la novela de detectives inglesa. Lo cierto es que después de leerla no me cabe la menor duda de porqué. La novela de Edmund Crispin comienza con el descubrimiento de un cadáver en una juguetería por parte del poeta de Richard Cadogan. Pero al regresar con la polícia no hay cadáver por ningún lado; ni tampoco juguetería, que se ha transformado por arte de magia en una tienda de ultramarinos. Ignorado por la polícia, tratará de resolver el misterio junto a su colega Gervase Fen. “La juguetería errante” cuenta con numerosas referencias literarias, persecuciones, comentarios mordaces y personajes excéntricos, como un defensor a ultranza de Jane Austen extremadamente pesado (como fan de Austen dada a las peroratas no he tenido más remedio que sentirme algo identificada). Todo ello, teñido con un inconfundible tono “british”. Edmund Crispin debería estar en la lista de lecturas de todo aquel que disfrute con una buena novela de detectives.
hace 10 años