Cruda, amarga, cálida, emotiva...
La primera autobiografía novelada de Maya Angelou, resulta tan maravillosa como una puesta de sol sobre las mansas aguas cristalinas.
Relato representativo de la vida de los afroamericanos de mitad del siglo XX , tanto en el profundo y atrasado Sur, como en el urbano y cosmopolita Norte de los Estados Unidos.
Segregación, racismo, abusos... infortunios, desigualdades, falta de oportunidades... Todo ello bajo la mirada acuciante y vivaz de la infancia o la preadolescencia, en una chica que lucha duramente por instruirse y reafirmarse.
Su expeditivo y seco final me dejó algo frío: No me concordó mucho su acto absurdo e irreflexivo para con la sexualidad; y más teniendo en cuenta sus antecedentes, que la tenían que haber hecho ponerse en guardia y madurar.
A pesar de esto, es una obra importante y pionera.
Una de esas primeras novelas que marcan el camino como Pulgarcito lo hizo con migas de pan.
A Maya Angelou hay que reconocerle ese mérito: fue la primera valiente que habló claro sobre la realidad de la mujer de color, y que batalló a favor de los derechos civiles.
hace 7 años
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