¿Autoficción o pura escritura autobiográfica? El descubrimiento —gajes de la telefonía móvil— de la infidelidad de la esplendorosa mujer y actriz, a la que llevaba años unido y con la que tiene dos niños, aboca al narrador a recorrer múltiples estadios del sentimiento «humano, demasiado humano» —Nietzsche dixit—, de la desazón y del dolor a la búsqueda de uno mismo. Y como un soldado abatido e inerme, pero siempre «en» hombre de letras, este nos presenta un íntimo, pudoroso y escueto relato sobre el amor en este siglo XXI, invitándonos a caminar junto a él, a su paso extraviado, evocando Barcelona y Venecia con Ella, a la que no ha dejado de querer con toda su epidermis y su alma, y las calles de Roma, la Ciudad Eterna en la que Él vivió de joven, veinte años atrás, y donde intentará reanudar, con el sentido de la vida, la vida toda que le ha sido hurtada. Tan solo le acompañará en sus «andanzas» un correligionario, el poeta Apollinaire (1880-1918), que, con sus Cartas a Lou —una de las correspondencias de mayor erotismo del siglo XX—, interviene como balancín del funambulista sobre la cuerda, o tal vez como música de fondo, ¿acaso la del poema sinfónico Muerte y Transfiguración de Richard Strauss? «Me acabo de dar cuenta de que, desde que he llegado a Italia, la bola de hierro y de azufre que anidaba en mi vientre estos dos últimos meses ha desaparecido. Sé, sin embargo, que la pesadilla no ha terminado…