Por mínima que haya sido la aportación del sujeto a la hora de trazar el rumbo de su propia existencia, tratando de apartarla de la línea común que la corriente de la vida parece marcar, cuando se llega a una determinada edad y se mira hacia atrás, uno descubre, entre satisfecho y sorprendido, que ha recorrido un largo y sinuoso camino. El suyo; el de su vida; de la que sin duda se siente protagonista. Pero enseguida tiene que reconocer que, en realidad, la forma de superar los escollos, que en el camino le han ido apareciendo (las subidas, bajadas, curvas, túneles, puentes y señales limitadoras), ha venido condicionada por lo que otros han dispuesto. Y que esos otros, personas y circunstancias con las quese ha topado, son los cimientos sobre los que descansa el producto resultante. Desde el aprendizaje infantil, a los descubrimientos de la niñez. Desde las sorpresas, éxitos, fracasos, cariños y odios de la pubertad, hasta las sorprendentes situaciones encontradas en el resto de la andadura. De todo cuanto acabó construyendo definitivamente su personalidad. Ésa, que en cierta medida lo ha hecho diferente a los demás, aunque no tanto como había soñado. Y entonces, sóloentonces, descubre que la larga ruta recorrida, que es toda una vida, la suya, a la postre, no deja de haber sido y seguir siendo una más, una de tantas. Eso sí, en la esperanza de que, al menos, deje un buen recuerdo.