La novela está ambientada en Marruecos. Murad es ingeniero y tiene un importante puesto de trabajo en la Administración. El único problema es que es honesto, no se deja sobornar y a duras penas llega a final de mes con su sueldo de funcionario. Su actitud, de la que se enorgullece, no cuenta con el apoyo ni de su mujer, ni de su suegra, ni de los compañeros de trabajo; su propio jefe le pide “flexibilidad”. Pero cuando se siente presionado por los problemas económicos, la enfermedad de su hija… finalmente aceptará “un sobre”. Su vida dará un cambio drástico en cuanto a solvencia económica, pero también su salud física y mental se resentirá.
El autor nos muestra un mundo en que la corrupción, a pequeña escala, es una plaga que se infiltra en todos los niveles y aspectos de la sociedad, una economía paralela que es la que realmente mueve el país. Aquel que se apunta a ella será considerado “normal”, el que rechace el carro de la corrupción, por motivos éticos, es un desgraciado. La parte final de la historia me ha parecido un poco confusa, pero en conjunto me ha resultado una lectura interesante, tanto por el tema que trata como por la visión que se da de él.