Este es el tercer libro que leo de Qiu Xiaolong (los anteriores fueron “Muerte de una heroína roja” y “Seda roja”) y el segundo caso del inspector jefe Chen Cao.
El entrañable inspector ya es un viejo conocido para los lectores del autor. Con la inestimable ayuda del subinspector Yu, se ocupa de casos con implicaciones políticas en la brigada de casos especiales del departamento de policía de Shanghai. Ya en las primeras páginas Chen encuentra un cadáver en un parque durante su paseo matutino. No obstante recibe un encargo especial, debe acompañar y encargarse de la seguridad de la inspectora Catherine Rohn durante su estancia en China. La inspectora Rohn, del departamento de justicia de Estados Unidos, ha venido a acompañar a Wen Liping a su país, su presencia es esencial para un caso de inmigración ilegal. El problema es que Wen Liping ha desaparecido y nadie sabe dónde está.
El papel de Chen Cao no es fácil, tiene que acompañar a la joven y bella inspectora, dar buena imagen de la fuerza policial china y eliminar cualquier posible suspicacia que ella pueda tener, además de dirigir la investigación para encontrar a Wen Liping, lo que parece una misión imposible, la mujer se ha esfumado sin dejar rastro y la implicación de las tríadas –mafias chinas– parece evidente.
Un caso algo distinto al resto, en el que la relación entre el protagonista y la inspectora americana ocupa muchas de las páginas. Chen se muestra cortés y agradable con Catherine, quizá a veces demasiado perfecto, pero, como siempre, sus inquietudes intelectuales y poéticas son su fuente de inspiración que le ayudarán a salir airoso.
Además de la trama policial en sí, muy amena, destaca todo el aspecto histórico, social, cultural y económico –y sus contradicciones– de la sociedad china de los últimos tiempos, que se plasma magníficamente en la novela. Para mí este valor añadido es el que da originalidad al libro. Una lectura interesante y entretenida que recomiendo.