Tras un paseo poco placentero por la bulliciosa y atestada calle de una de nuestras ciudades, Fernando Aramburu busca consolación en el jardín botánico. En ese entorno más amable y lejos ya del ajetreo, se anima a abrir el libro de poesía que lleva en la mochila, y siente que su lectura lo sosiega y lo transporta a un lugar seguro, lejos del mundanal ruido. De esta forma es como Aramburu entiende la poesía, como algo parecido a un refugio. Este nuevo libro del escritor vasco quiere ser una invitación a degustar algunos de sus poemas más queridos, eso sí, nos previene el autor, «no se trata de un libro de abundante terminología académica o de un estudio crítico», nada más lejos de sus intenciones. Con Vetas profundas, Fernando Aramburu ha querido pensar y paladear la poesía — la de Rosalía de Castro, Góngora, Vallejo o Pizarnik, por poner algunos ejemplos— al margen de los aspectos históricos y técnicos que abundan en los manuales de literatura; prefiere ligarlos, con frecuencia, a hechos de su experiencia vital. Un libro de celebración de la poesía sea cual sea la forma en la que ésta se manifiesta. Y un relato emocionado destinado a contagiar esa visión.