“Todo el espacio que era mío ha pasado a ser de él”. Con esta afirmación, tan significativa, inicia Alejandra Parejo Una madre, su segunda novela. Bruna, la protagonista, se refiere al espacio físico que ocupa el niño mientras duermen juntos. No obstante, resulta inevitable extrapolar esta afirmación al espacio mental y emocional que pasa a ocupar su hijo en la vida de Bruna. Un espacio que, como madre, ya no recuperará.
En esta obra, la autora se adentra en la maternidad desde una mirada alejada de la perspectiva idílica con la que muchas veces se aborda la cuestión. Bruna se encuentra sobrepasada por el nivel de exigencia que supone la crianza en solitario de su hijo recién nacido. Precisamente entonces, recibe la llamada de un hospital: necesitan que alguien se haga cargo de su madre, a la que no ve desde que la dejara a cargo de sus abuelos cuando era una niña. A pesar de ello, decide volver al pueblo en que nació para cuidar de su madre. El problema es que madre e hija son unas desconocidas la una para la otra.
La idea constante de no estar siendo la madre que quisiera ser para su hijo se entrelaza en la mente de la protagonista con la dificultad para cuidar a su madre y conectar con ella, tantos años ausente. Bruna se divide entre los cuidados de ambos. Aprendiendo a ser madre, con la singularidad de que nunca tuvo una relación madre-hija hasta el momento.
La novela trata aspectos propios de la maternidad como la preocupación constante, la pérdida de independencia o la sensación de vulnerabilidad. Una madre es un profundo y sincero acercamiento a la maternidad. Una obra realmente introspectiva y trascendente. (Ana Rayas, 3 de abril de 2023)