Novela corta con un estilo ágil e inquietante que va atrapando poco a poco al lector. Esta intriga absorbente, su rapidez en leerlo, se lee en un suspiro, y la introducción de narradores internos, son las características más destacables de este relato de suspense. En contra tiene la inverosimilitud, tanto del odio y el plan retorcido del protagonista como la sumisión y la aceptación “total” (el entrecomillado lo entenderá perfectamente quien haya leído la obra) de la víctima; asimismo, aparte de esta incredulidad, hay un grado excesivo de coincidencia entre los personajes. No me parece casual una alusión, al final de la obra, a las novelas de Leblanc con su carácter rocambolesco.
No obstante, estas consideraciones no son óbice para disfrutar de una buena, apasionada y amena lectura.
Me recordó a otra novela que tiene como núcleo el “amor” y no el odio: “El coleccionista” de Fowles, una obra más ambiciosa y con matiz psicológico más relevante de unos personajes más “normales”. William Wyler hizo una excelente adaptación al cine.
Almodóvar versionó “Tarantula” en su filme “La piel que habito”. Desde luego no está entre las mejores de su filmografía, pero se deja ver y tiene sus inevitables toques almodovarianos. La chica protagonista, Vera en la peli, es diferente a la literaria, siendo más rebelde (algo que veo más lógico) y no está claro lo que representa para Robert y cuál es su “misión”.
La adaptación, bastante libre y con algún enfoque bueno, me decepcionó. Ya se sabe que una fiel versión no siempre resulta una buena película, pues literatura y cine son diferentes medios de expresión, pero se echa de menos algo más ajustado al texto. Se siente “lástima” al ver como Almodóvar desaprovecha las posibilidades que ofrece el argumento original. A priori (es imposible saberlo a ciencia cierta), una adaptación más aproximada a la novela hubiera añadido más suspense, intriga y, sería ineludible, con imágenes más duras e impactantes.
Al final, prefiero la inquietante y breve historia de Jonquet.
hace 12 años
1
0