Siempre que se gana algo, se pierde otra cosa. Si solo lo hubiera sabido cuando, hace un año, mi viejo me mandó al Burton College. Entonces tenía dieciséis años y, a pesar de toda la mierda que me habían metido en la cabeza, hice un montón de colegas; te lo aseguro. Lo pasamos en grande sorbiendo nenuco a todas horas y moviendo el esqueleto. Pero de golpe apareció un fiambre y todo se torció. La muerte siempre lo tuerce todo. Y, después de esa muerte, llegaron otras muertes. Y todo se mezcló con la birra y el amor, con el mal y el colegueo, con los sueños y las risas; con un Londres invernal y una lluvia que lo lava todo, que se come tu alma como si fuera un maldito Boca Bit, que te mata y te resucita. Está bien, lo que tienes entre manos son mis aventuras de crío. Colega, lo vas a flipar. M. Cacho (Agosto de 1992)