Entre sus muchísimas páginas, y en este libro de forma muy gráfica, el escritor Eugenio Noel insistió hasta su última gota de tinta en detectar los males de la patria en una amalgama antropológica que resumía «o peor» de la cultura popular a principios del siglo xx: el flamenquismo. Entre sus rasgos principales: chulería, «prestancia personal sobre toda otra moral» afición a los toros y a la «guitarra canalla y los cantes andaluces» el «matonismo» que «llama a la dignidad vergüenza torera y al corazón riñones» amor por la juerga, «la trata de blancas» y el género chico... Aún más interés tiene Noel por detectar el «compuesto» sociológico desclasado –«el flamenco vive en todas las clases sociales»– y el mestizo degenerado lleno de falsificaciones de los estereotipos del andaluz, del gitano y del chulo madrileño, principalmente. Desde el punto de vista político, está adscrito al «apachismo político» a «todos los aspectos del caciquismo y el compadrazgo». Como le decía Jacinto Benavente, los políticos flamenquistas «podrán no estar de acuerdo en los sistemas de educación popular, pero en la eficacia de las corridas de toros como sistema de embrutecimiento, están conformes en absoluto». Con este libro Eugenio Noel realizó el intento más sistemático de descripción de la causa de sus desvelos: el «flamenquismo» y sus horribles consecuencias. Nunca editado desde su primera aparición, en 1916, parece además una especie de canto de cisne de la «triunfal campaña» antiflamenquista y regeneradora que iniciara este singular escritor y activista desde 1911. La obra de Noel sigue fascinando hoy por los efectos paradójicos de su crítica cultural, debidos a su atención pionera a lo popular moderno y la cultura de masas. Salvando las distancias, su ácida denuncia política también guarda curiosos paralelismos con nuestro presente: ¿qué otra cosa le echamos en cara al actual sistema político sino sus acabadas expresiones del «flamenquismo político» que acuñara Noel, abonado a las peores prácticas del clientelismo y «la componenda»? «El mal no es sólo la flamenquería, sino toda forma de histrionismo y deportismo. Todo se reduce a espectáculo. Dirán que está usted loco, pero ánimo y no ceje. Y no olvide que hay un batallón de solitarios tras de usted.» Miguel de Unamuno.