La obra de Ken Bugul está íntimamente ligada a su vida, o para decirlo con sus palabras, la escritura es la vida. De ahí que muchas de sus obras se refieran a etapas muy concretas de su existencia. En El baobab que enloqueció narra la estancia en Bruselas de una joven, en principio para ampliar estudios a través de una beca. Nos cuenta las sensaciones que le supuso el aterrizaje en un medio distinto y a menudo hostil, en el que intenta buscar una identidad, motivada por la ausencia constante de su madre. Teniendo en cuenta que convivía en una familia poligámica, el vínculo maternal era sumamente importante. Esa búsqueda la introduce en círculos burgueses, bohemios e incluso marginales que desembocan en una carrera autodestructiva en el que las drogas y la prostitución no son desconocidas. Como forma de catarsis la siguiente novela Riwan o el camino de arena intenta redimirse en la más tradicional sociedad africana. Con un prólogo de la africanista Inmaculada Díaz Narbona, especialista en la obra de Ken Bugul, Ediciones Zanzíbar publica la obra más emblemática e importante de esta autora. A la entrada de la casa del Seriñe de Daroulère, las gentes aguardan tranquilamente a que se abran las puertas y aparezca el Seriñe y les dé su bendición y algo de comer. Entre las personas que aguardan hay una mujer madura que lee un libro. Está allí por curiosidad más que otra cosa. Entre los visitantes, han llegado tres hombres que traen a otro hombre enorme encadenado. Aducen que se trata de un loco y está muy excitado. Cuando aparece el Seriñe, logra aplacarlo con palabras suaves y logra que se serene. Se trata de Riwan y Riwan se quedará en casa del Seriñe para servirlo de un modo ciego hasta la muerte. La mujer también logra entrar en la casa e igualmente se quedará a convivir en su mansión e integrar el harem de 28 mujeres. En los patios interiores donde conviven estas mujeres y sus respectivos hijos, no entra ningún hombre a excepción del Hombre Guardián y Riwan.