Me ha parecido aburrido. He estado a punto de abandonar su lectura, si no lo he hecho ha sido porque el tema de fondo me parecía interesante, pero no me ha gustado.
hace 4 añosCuando Hall Bregg regresa a la Tierra tras una arriesgada expedición de diez años en una galaxia lejana, se encuentra con un planeta en el que, en virtud de la contracción del tiempo einsteiniana, han pasado ciento veintisiete años. Bregg se encuentra, pues, ante el difícil reto de integrarse en una sociedad distinta de la que conoció, en la cual, a lo largo todos esos años, se han producido variaciones sustanciales en la especie humana, así como en las ideas y comportamientos, que lo convierten en un anacronismo viviente.
Me ha parecido aburrido. He estado a punto de abandonar su lectura, si no lo he hecho ha sido porque el tema de fondo me parecía interesante, pero no me ha gustado.
hace 4 añosUna lectura decepcionante y con altibajos. Los capítulos iniciales son netamente descriptivos, siendo bastantes farragosos para una comprensión clara; si el autor quiere recrear la sensación de desorientación del protagonista mediante esta especie de inventario de la “nueva” Tierra, lo consigue, con creces, ante las confusiones que transmite al lector. Las cuestiones de fondo que plantea Lem, ahí se quedan: en el fondo. No niego que tengan su interés (por eso no he “suspendido” al relato), pues, a priori, los temas que trata tienen su importancia y riqueza: los cambios sociales, morales, culturales, arquitectónicos, tecnológicos, etc. del mundo futurista; el choque emocional y psicológico de Bregg, una alienación de la personalidad tocando, o adentrándose, en la locura (un extraño en su propio planeta); la betraización como proceso para el “nuevo ser humano”; su pasado y los acontecimientos enigmáticos de su viaje espacial; y por último (para mí, lo que peor desarrolla el autor, introduciendo diálogos absurdos y apáticos) su relación de comprensión y amor con las mujeres . El escritor no consigue profundizar y tampoco da la suficiente trascendencia a dichos asuntos, sólo lo hace en ciertos momentos que mantiene la chispa para seguir leyendo; pero, a mi modo de ver, fracasa en analizar situaciones y comportamientos potencialmente sugerentes y prometedores. Especialmente quiero destacar la betraización, un producto que ha hecho al ser humano “más humano” dejando atrás todo vestigio de violencia y brutalidad, pero también todo poder de riesgo, curiosidad y conquista que se había logrado anteriormente. Es el tema más atrayente de la novela, no obstante el texto apenas rasca la superficie, o ante la presentación de esta tesis psicológica y social esperaba mucho más. Me recordó algo a “La naranja mecánica”, pero con un resultado más eficaz, entretenido y brillante. También no puedo evitar evocar la gran frase cinematográfica de la excelente “El tercer hombre” (otra de las escasas rarezas donde el cine supera al texto adaptado) que cita el personaje cínico interpretado por Orson Welles: “Recuerde lo que dijo no sé quién, en Italia en treinta años de dominación de los Borgia no hubo más que terror, guerras matanzas… pero surgieron Miguel Ángel. Leonardo da Vinci y el Renacimiento; en Suiza por el contrario tuvieron quinientos años de amor democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? ¡El reloj de cuco!”. Esta es la segunda novela de Lem que leo, después de la notable “Solaris” (incluyendo los ensayos solarianos), y, según mi criterio, no consigue acercase a la profundidad filosófica sobre el origen y el significado del ser humano que si llegó con su novela más famosa. Mi nota: 5.
hace 12 años