En la década de 1930, Curzio Malaparte se propuso escribir un libro sobre «el motor principal del fascismo» Benito Mussolini. Por diversas razones –que incluyen sus distintos encarcelamientos a manos del régimen comandado por el Duce–, Malaparte nunca logró completar el proyecto como tal. Muss es, entonces, un libro fragmentario escrito en un período que abarca desde aquellos años hasta 1950, cuando el objeto de su estudio ya había sido asesinado. Lo fascinante del texto es la ambivalencia de Malaparte hacia una figura sin cuya inmensa capacidad de seducción no se explicaría el poder que llegó a concentrar y el desastre y la destrucción ocasionadas. Con suma precisión, el autor delinea cómo Mussolini fue construyendo a conciencia la «leyenda mussoliniana» a través de encumbrarse como si fuera un santo mediante la «técnica de la divinidad artificial». Como una especie de expiación tardía, en El Gran Imbécil Malaparte realiza una punzante sátira donde el otrora poderoso Duce aparece reducido a un personaje de una comicidad patética. Malaparte imagina que Mussolini aparece ante las puertas de su ciudad natal, Prato, a la cabeza de su temible ejército, y como castigo debe someterse a un ritual sumamente antiguo: atraer con su canto a una gata atada sobre las murallas de la ciudad para obtener el favor de sus habitantes. Sometido al escarnio de un pueblo al que aplastó y maltrató durante más de veinte años, el Duce aprende que no obstante lo anterior, jamás logró despojar a los italianos de su dignidad.