Con Mar paraguayo ocurre un acontecimiento literario. Wilson Bueno consigue una obra que traspasa las fronteras del lenguaje hacia un lugar oculto en la maleza de los signos. En su forma: una mixtura entre español y portugués –dos lenguas que se devoran y copulan incansablemente–, con incrustaciones del más puro guaraní –una lengua que sobrevivió intacta a los siglos de dominación–, que disipa todas las barreras lingüísticas y se abre a ser leída libremente por todo hispanohablante. Y en su trama: el panorama de un mar en Paraguay, guiado por la indeterminación no solo de esa geografía inusitada a través de una lengua ácrata, sino de la fluidez en género, sexo y edad de la multiplicidad de voces y personajes que habitan esta novela. Acompaña esta edición el prólogo original de Néstor Perlongher y un breve y exquisito relato a modo de coda sobre la búsqueda de una canoa llamada Canoa que va a la deriva sin su canoero. La ley en esta novela es que la lengua no tiene ninguna ley.