El inspector Lynley recibe la visita de un antiguo compañero de estudios, que trabaja en un internado, pidiéndole que investigue la desaparición de un alumno. Casi al mismo tiempo Deborah St. James descubre un cadáver en un cementerio, en el que estaba haciendo fotos de la tumba de un poeta. Ambos enclaves están separados por muchos kilómetros. Lynley y su ayudante, la sargento Havers, se trasladan a Bredgar Chambers, el viejo y sombrío colegio del que desapareció el chico de trece años. La investigación pondrá al descubierto bastantes "trapos sucios" de alumnos y profesores, la sordidez que se esconde tras una fachada de rectitud, lo poco vigilado que está el internado y lo fácil que es actuar sin que nadie se de cuenta.