Publicado en 1933, La voz a ti debida debe su título a un verso de Garcilaso y contiene, posiblemente, lo mejor y lo más hondo de la extraordinaria trayectoria poética de Pedro Salinas (1891-1951). Este libro, que habría de ejercer una influencia decisiva en los más importantes poetas de la posguerra, es un largo poema de amor en el que el autor optó por una sencillez caracterizada por la transparencia, la nitidez del lenguaje y la sabia reelaboración del habla cotidiana, consiguiendo, además, aunar la sensualidad más refinada con un conceptualismo lleno de sugerencias.