«La suerte del enano», de César Pérez Gellida, aborda un tema inédito en la obra del autor: el robo de obras de arte y sus conexiones con otro tipo de delitos.
El libro está protagonizado por Sara Robles, una inspectora de policía con mucho carácter y una lengua tan afilada como su puntería. Mientras ella investiga un macabro crimen; “El Espantapájaros”, un misterioso criminal, está llevando a cabo el robo perfecto junto a un ex minero, un pocero y un sicario, a través del alcantarillado de la ciudad.
El robo ha tenido lugar en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, un lugar con excepcionales medidas de seguridad que no han logrado impedir que los ladrones se hayan hecho con la pieza más valiosa de la colección: una talla de Berruguete.
Este nuevo libro nos devuelve al Gellida más gamberro que, como viene siendo habitual, juega con el lector durante toda la novela haciéndole creer que la investigación toma unos determinados derroteros para acabar demostrándole que las cosas no eran como parecían.
Una gran novela negra en la que una vez más destaca el excepcional trabajo de documentación. En esta ocasión, y según cuenta César en la nota de autor, llegó a recorrer el sistema de alcantarillado de la ciudad para dar verosimilitud a la historia.
También destacaría los diálogos corrosivos y los secundarios de lujo como Doña Teresa, una anciana que ha resultado ser el personaje más terrorífico de toda la novela. Y es que a veces, las abuelitas las carga el diablo…
El título de la novela hace referencia a la diosa Fortuna en la que Sara no cree, pero en la que acabará creyendo cuando las cosas se tuerzan. Y se torcerán mucho, tanto para Sara como para el Espantapájaros al que persigue.
Si no habéis leído ningún libro de Gellida, esta novela auto conclusiva puede ser una buena toma de contacto con el Gellidismo, género propio que define el estilo del autor.
«Buen amor y buena muerte, no hay mejor suerte». (Ana García, 25 de enero de 2021)