Las novelas distópicas que tratan de imaginar el futuro son interesantes y ésta no es una excepción. Es un libro además ecologista ya que predice, acertadamente, las consecuencias de un mundo con escasez de recursos. Para mi gusto, sin embargo, la autora se centra demasiado en la acción y en el sentir religioso, en lugar de explicar mejor las causas y el proceso de la involución, así como las características de esta sociedad. Por ejemplo, no me queda nada claro como en un estado de violenta anarquía como el descrito puede existir la democracia o incluso las empresas, que requieren de un mercado para proliferar.
hace 4 meses
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