"La otra parte" es una extraordinaria novela fantástica, de estilo principalmente expresionista y surrealista en varias ocasiones. La prosa de Kubin es directa, prolija, exquisita. Tiene este libro un mérito no menor, y es el de lograr mantener la atención del lector evitando hacer caer la narración en pozos o alargar en demasía algún capítulo. Acerca de esto último, los capítulos son relativamente cortos y esto le confiere fluidez al relato. Hay muchas líneas inolvidables, de notable y deliciosa poesía y otras no menos brillantes, de gran factura, de una desbordante, opresiva y demencial locura. El absurdo y la insania domina las actitudes de los habitantes de "El reino de los sueños", y está repleto de situaciones grotescas, ilógicas y, por momentos, terribles. La enigmática figura de Patera, Señor de "El reino de los sueños" es realmente maravillosa; desde la concepción de un reino ideal según sus caprichos y gracias a su ingente fortuna, hasta sus escasas aunque intensísimas apariciones en la novela. El detalle de un cielo permanentemente encapotado, cubierto de espesas nubes grises, tanto de día como de noche, y las constantes lluvias, le otorga un matiz de melancólica lobreguez a las calles de "El reino de los sueños". No existe siquiera el alegre verdor de los árboles. El color del follaje es de un tono oliva mate o gris verdoso. Acerca del color: "Mientras que en la mayoría de los países el azul del aire y el amarillo de la tierra dominan la estructura cromática fundamental, de la que surgen luego, aisladamente, los otros matices, el gris y el pardo eran aquí los colores predominantes". Los habitantes habían sido escogidos e invitados según una extraña selección: disconformes, alcohólicos, rufianes, falsificadores de moneda, refugiados políticos, personas con diversas deformaciones físicas, dementes, ladrones y hasta asesinos, eran mezclados con personas más o menos normales. Las casas que formaban aquel país, habían sido traídas desde diversas partes del mundo, así como infinidad de enseres y cachivaches, y todas eran de estilo antiguo, sucio y herrumbroso. La iluminación de las calles por la noche, era mortecina y escasa. Pero la más importante característica del reino era el comportamiento ora normal ora completamente incomprensible e irracional, y las actitudes violentas o demasiado pasivas de sus habitantes.
El drama y el caos, va aumentando de manera lenta pero perceptible, hasta desembocar en una vorágine de sucesos macabros, violentos y demenciales. Desde la invasión de los animales, luego de aquella epidemia "del sueño" sufrida por los habitantes del reino, en la cuál las hormigas se se multiplican en los surcos abiertos de las maderas medio podridas o las serpientes, pájaros, y todo tipo de alimañas, hasta el misterioso proceso de descomposición de las telas, la herrumbre en los metales, la rápida putrefacción de los alimentos, los derrumbes de las casas, el acumulamiento de cadáveres de animales y personas, formando lagos de sangre y vísceras de hedor insoportable, hacia el final, logran un cuadro realmente inolvidable, por lo apocalíptico y enfermizamente caótico. En la versión de "El ojo sin párpado" de la editorial Siruela, viene la novela acompañada de ilustraciones realizadas por el propio Kubin, y resultan maravillosas y un gran complemento para esta magnífica novela. Esta es, sin duda, una obra más que recomendable para quiénes gusten del género fantástico, y del estilo laberíntico y retorcido, angustiante y burocrático de Franz Kafka, de quién Kubin fue amigo.
hace 8 años
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