Un trabajador de banca de treinta y tantos años, huérfano desde niño, lleva una vida gris en una pequeña ciudad francesa. El bar donde come y bebe, y sus conversaciones durante las partidas de cartas con los demás clientes, son sus únicos momentos de relación con otras personas fuera del trabajo. Una noche, la camarera desaparece y aunque el protagonista no guarda relación con los hechos, despierta el recelo de un comisario de policía. Esa autoridad observa contradicciones en el relato del sospechoso sobre la noche de la desaparición ya que no quiere delatar que la espiaba el estar obsesionado con ella. Capítulos más adelante, se cuenta cómo durante su adolescencia cometió un crimen del que resultó impune y por el que se condenó a un inocente.
Bajo ese planteamiento argumental, el lector experimenta la indignación tanto por ver cómo se acusa al protagonista de una desaparición en la que no intervino como por no haber sido castigado por ese otro crimen. El comisario, encargado veinte años antes de investigar el asesinato de la otra muchacha, va recordando aquel caso y las circunstancias de la investigación, hasta que es capaz de recordar también que uno de los interrogados por esa muerte es el sospechoso de la desaparición de Adele Bedeau.
El mérito de Burnet, incuestionablemente, es conseguir la contradicción interna en el lector de desear tanto que el protagonista pague por su crimen impune como que quede demostrada su inocencia en la desaparición de la camarera. Trazar personajes que despierten sentimientos encontrados y que no sean buenos o malos de por sí, es una de las máximas de la literatura que, aquí el autor, logra con sobresaliente cum laude.
Si aparte de eso añadimos que la trama da lugar a una lectura adictiva y desemboca en un final impactante y original, “La desaparición de Adele Bedeau” está llamada a convertirse en un clásico de la novela policiaca con peso psicológico.
Coda: Muy acertado el juego de despiste en el epílogo en que el autor intenta engañar al lector diciendo que no es más que el traductor al inglés de una novela publicada en Francia décadas atrás y adaptada al cine en 1989. Y logradísima la campaña de promoción de la editorial inglesa subiendo un video a Vimeo (allí puede encontrarse) con un falso tráiler de una película que nunca existió, y en el que el lector reconoce de forma clara a muchos personajes y pasajes de la obra.
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hace 1 año
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