Maravilloso, impactante, duro y tierno a la vez, me ha encantado. Destaco del final, aunque hay muchos párrafos que destacar, uno: “Habrá quien no comparta esa fascinación por que algunas personas se jugaran la vida para mantener abierta una escuela secreta y una biblioteca clandestina en AuschwitzBirkenau. Habrá quien piense que es un acto de valentía inútil en un campo de exterminio, cuando hay otras preocupaciones más perentorias: los libros no curan las enfermedades ni pueden utilizarse como armas para doblegar a un ejército de verdugos, no llenan el estómago ni quitan la sed. Es cierto: la cultura no es necesaria para la supervivencia del hombre, únicamente lo es el pan y el agua. Es verdad que con el pan para comer y el agua para beber sobrevive el hombre, pero sólo con eso muere la humanidad entera. Si el hombre no se emociona con la belleza, si no cierra los ojos y pone en marcha los mecanismos de la imaginación, si no es capaz de hacerse preguntas y vislumbrar los límites de su ignorancia, es hombre o es mujer, pero no es persona; nada lo distingue de un salmón, una cebra o un buey almizclero
hace 11 años