Del tango al flamenco, de la danza oriental al ballet Khmer, de los grandes maestros de las artes marciales de China a los luchadores de Turquía, toma como pretexto prácticas auténticas de la danza o de los deportes tradicionales para hablarnos de la situación del cuerpo en la sociedad contemporánea. Reivindicando, en encuadres de rara precisión, la sensualidad, el placer, el deseo, Isabel Muñoz los opone, de hecho, al encierro actual de unos cuerpos sometidos a normas, reprimidos, vejados. Y cuidando hasta el último detalle del tiraje, construye una obra ya clásica, a la vez pura y erótica, elogio de una libertad simbolizada por cuerpos capaces de escapar de la atracción terrestre y del peso de la realidad contingente.