Entre los siglos XIV y XVIII la magia, la hechicería y la brujería evolucionan de modo singular en todos los ámbitos de la Cristiandad europea. El miedo cunde por todas partes. Muchos están convencidos de que Dios, para castigar los pecados de los hombres, permite al Demonio actuar en el mundo por medio de sus agentes. Aquellos que, por su formación, su educación y su profesión, deberían mostrarse más sensatos son muchas veces los que más convencidos están de que el Demonio representa la mayor amenaza para la sociedad. El fenómeno conocido como caza de brujas se desarrolla entre mediados del siglo XV y mediados del XVII. Se extiende por toda Europa, pero en unas zonas más que en otras. Se dice comúnmente que España ha sido uno de los territorios menos afectados. De ser cierta esta afirmación, ¿cómo se explica que, precisamente por aquellas fechas, disponga de un aparato represivo, la Inquisición, tremendamente eficaz para combatir los delitos contra la fe católica? La brujería es uno de aquellos delitos. ¿Cómo se comprende que el Santo Oficio español, tan intransigente cuando se trataba de enjuiciar a judaizantes, moriscos, alumbrados, luteranos…, se haya mostrado indulgente para con las brujas, consideradas ellas también como reas de delitos contra la fe? En el libro de Joseph Pérez podrá encontrar el lector todas las respuestas a estos interrogantes.