Es esta novela mínima un gozoso pasatiempo que concierne, casi, a cualquier lector, pues de lo que nos habla Stendhal (1783-1842) es del amor, o más bien, del paso previo, del enamoramiento, o de esas siete fases que nos hacen pasar de la indiferencia al apasionamiento, así Ernestina, una joven acaudalada y heredera que se agosta en un castillo hasta que un día, inopinadamente, pasa a ser el objeto del deseo de un desconocido, de quien ella, a su vez también se va enamorando. Siendo el enamoramiento un terreno fecundo para la especulación, Ernestina se entrega a múltiples devaneos amatorios mentales de todo tipo. Stendhal describe sucintamente esa nobleza que hace el juego al clero, que no precisa trabajar para vivir, que sigue acordando los matrimonios de sus herederas a fin de mantener o aumentar sus patrimonios y su estatus. El autor juega con nosotros como comprobará quien llegue hasta el final. Es curioso leer como hace 200 años, a los cuarenta, el hombre ya se sabía viejo, casi transparente para la mujeres enamoradizas, en un declive que lo apartaba de la circulación amatoria, aunque en este caso nuestro Don Juan, aún parezca guardar algún as en la manga. En 1993 la editorial Alianza publicó libros muy cortitos, o como en este caso, un relato extraído del libro Del amor (1822), de Stendhal, que se vendían a 100 pesetas, de ahí el título de la colección: Alianza Cien.
hace 8 años