Este libro es como una caja de comprimidos de tantos tipos como capítulos. No son calmantes sino estimulantes, o al menos esto creo yo. Algunos ensayos comentan episodios aleccionadores, otros proponen reflexiones, y los demás pretenden divertir. Por lo menos, a mí me ha divertido mucho escribir todos ellos. Algunos de los capítulos son serios y otros humorísticos, algunos respetuosos y otros irreverentes. Así es la vida de casi todo hijo de vecino: ni sainete ni dramón. Mario Bunge. Así comienza Elogio de la curiosidad, el nuevo libro de Mario Bunge. No se trata de estudios áridos ni eruditos, sino de textos sugeridos por hechos de la vida cotidiana, personas, viajes, lecturas o recuerdos. También hay mitos y paradojas. Comparten dos finalidades: despertar la curiosidad y entretener. Lo que enseñen, va de yapa. Siguiendo la huella de Vistas y entrevistas, Elogio de la curiosidad invita al lector a conocer los avatares, opiniones y reflexiones de un filósofo tan curioso como provocador que, más allá de coincidencias o disidencias, nunca lo dejará indiferente.