Siempre se ha dicho que no debemos juzgar un libro por su portada, pero se puede hacer una excepción con “El taller de libros prohibidos” de Olalla García. Refleja a la perfección la joya que encontraréis al pasar la portadilla: una gran novela histórica ambientada en el Alcalá de Henares del siglo XVI. La protagonista de la novela es Inés Ramírez, una joven librera que ha quedado viuda y debe ponerse al frente del negocio familiar. Pronto descubre que su esposo estaba involucrado en turbios negocios y será ella quien se empeñe en esclarecerlos con la ayuda del oficial de imprenta francés Pierre Arbús bajo la omnipresente sombra de la Inquisición, rectora de pensamientos y conciencias, y la estricta censura de Felipe II. La autora consigue trasladarnos al siglo XVI a través de las vívidas descripciones de las calles y edificios y especialmente a través de los diversos protagonistas de la historia que, en su mayoría, trabajaban como impresores, tipógrafos o libreros, siendo el mundo de los libros alma y corazón de la trama. La mujer tiene un gran peso en “El taller de libros prohibidos”. Si en la época muchas de ellas se dedicaban a llevar una vida piadosa rezando y cuidando de sus hijos y maridos, Inés y su hermana no se mostrarán sumisas ni se doblegarán ante el Santo Oficio. La novela no solo nos describe con maestría el bello arte de la impresión y encuadernación de libros, sino también un intricado misterio que Inés se empeñará en resolver poniendo en riesgo su vida y sus posesiones. Para ello deberá descifrar una carta encriptada que ha encontrado escondida en un arcón. Es el primer libro que he leído de la autora y me han llamado muchísimo la atención el uso de un léxico propio de la época, el gran trabajo de documentación tanto del, llamémosle mundo editorial del siglo XVI, como de la vida en la ciudad en sí y los constantes giros argumentales que te mantienen en vilo de principio a fin. Mención aparte merecen los personajes de la novela. Entre sus páginas encontraréis a madres luchadoras, esposas rebeldes, hombres de bien, religiosos, aprendices, eruditos, sirvientas y demonios (en el sentido metafórico de la palabra) con forma humana. Quién me conoce sabe que no suelo releer libros por aquello de tener una lista de pendientes más larga que el diccionario de la RAE, pero con “El taller de libros prohibidos” haré una excepción. Entre otros motivos por la historia, por lo que he aprendido, por la ciudad en la que se desarrolla la novela (a la que tengo mucho cariño) y porque Inés y Pierre son dos personajes literarios que jamás olvidaré.
hace 5 años