EL GATOPARDO
Portada de EL GATOPARDO
Nota media 7,29 Muy bueno 7 votos 2 críticas

Resumen

Nueva edición revisada de Gioacchino Lanza Tomasi. Sicilia, 1860. El tiempo parece discurrir con parsimonia en estas tierras, marcadas por los ritmos de una campiña de árida belleza y un orden social inamovible, cuya cúspide ocupa la aristocracia terrateniente. Pero la historia está a punto de dar una sacudida con el desembarco de Garibaldi. Don Fabrizio, príncipe de Salina, hombre imponente, orgulloso, sensual y lúcido, patriarca de una de las familias más poderosas de la isla, contempla impertérrito estos tiempos convulsos que acaso supongan el hundimiento de su mundo o tal vez traigan cambios que en realidad permitirán que todo siga igual. Mientras tanto, su impetuoso sobrino Tancredi abraza la causa garibaldina y se enamora de la bella Angelica, hija de un advenedizo social... Recibida en su día con polémica, la única novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa es hoy ya un clásico indiscutible, que recuperamos en una nueva edición que incluye posfacio de Carlo Feltrinelli. Una de las cumbres de la literatura del siglo XX. Una novela majestuosa, bellísima y repleta de matices. Clásico indiscutible de la literatura occidental y conocida por el gran público sobre todo a raíz de la famosísima versión cinematográfica de Visconti (con Burt Lancaster, Claudia Cardinale, Alain Delon...)

2 Críticas de los lectores

6

Me esperaba más y me decepcionó. Se cuestiona la identidad frente a una época de cambios políticos. Al principe de Salina no le convence ni gusta el devenir de los acontecimientos, ni el futuro más próximo donde surgirá una nueva clase social. Me esperaba algo como los Buddenbrook de Thomas Mann "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie" 6/10

hace 1 año
7

El gatopardo (1955) Lampedusa, G L Francisco Prida Peláez CINISMO. Ambientada en la época revolucionaria y de la Unificación italiana con Garibaldi (QUE TODO CAMBIE PARA QUE TODO SIGA IGUAL) Novela histórica que se ve como la historia impacta en los personajes y los distintos ambientes de la época. PERSONAJES: El príncipe Fabrizio qué ve cómo se cambia y se destruye todo a su alrededor, Pablo su hijo mayor muy acomodado y con muy poca iniciativa. Su sobrino Tranquedi representa el espíritu del cambio y la revolución y es el hilo que marca la novela y al que adora el príncipe y el alcalde (con una hija bellísima Angélica) que es un tiburón para los negocios y la vida. Donnafugata la residencia de verano a la que huye la familia NOTAS. La novela tiene momentos de inspiración cómo: "Los sicilianos dicen que no conocen el camino a su propia casa eso es la Omerta y marca todo su carácter" "¿ porque quería Dios qué nadie muera con su propia cara?", así empieza la descripción del principie recordando su vida antes de morir . . . MB Recuerdo a la vida antes de morir (Ptos 7) Página 447 Don Fabrizio se miró en el espejo del armario: reconoció más su vestido que a sí mismo: altísimo, flaco, con las mejillas hundidas, la barba larga de tres días: parecía uno de esos ingleses maniacos que deambulan por las viñetas de los libros de Julio Verne. Un Gatopardo en pésima forma. ¿Por qué quería Dios que nadie se muriese con su propia cara? Porque a todos les pasa así: se muere con una máscara en la cara; también los que son jóvenes, incluso aquel soldado de la cara embarrada; Hubiese querido contravenir en lo posible esta absurda regla de enmascaramiento forzado, pero se daba cuenta de que no podía, que levantar la navaja de afeitar sería tan penoso como, en otro tiempo, levantar su propio escritorio. Pensó en todas esas cosas que ahora le parecían humildes aunque preciosas, en esas mezclas de metal, en esas tramas de hilos, en esa telas cubiertas de tierra, que dentro de poco caerían, sin culpa, en un limbo hecho de abandono y olvido. Se le oprimió el corazón, olvidó su propia agonía pensando en el inminente fin de estas pobres cosas queridas. La fila inerte de casas detrás de él, el dique de los montes, las extensiones flageladas por el sol, le impedían hasta pensar claramente en Donnafugata: le parecía una cosa surgida en sueños, ya no suya. Suyo no tenía ahora más que este cuerpo acabado, estaba solo, náufrago a la deriva en una balsa a merced de corrientes indomables. Los tapices de Donnafugata, los almendrales de Ragattisi, incluso, quién sabe, la fuente de Anfitrite, correrían la grotesca suerte de ser metamorfoseados en terrinas de foie gras , digeridas en seguida, en mujercillas de ba-ta-clan más frágiles que sus afeites, como aquellas añosas y esfumadas cosas que en realidad eran. Y de él quedaría sólo el recuerdo de un viejo y colérico abuelo que había muerto en una tarde de julio, precisamente a tiempo para impedir al chico que fuera a tomar baños a Livorno. Él mismo había dicho que los Salina serían siempre los Salina. Se había equivocado. El último era él. Después de todo, ese Garibaldi, ese barbudo Vulcano había vencido.

hace 1 año