Lampedusa, reticente siempre a escribir, fue, en cambio, pródigo a leer. Muestra personalísima de ese talento lector es este retrato de Byron como joven poeta metido a cachorro de héroe. Al margen de la crítica literaria y de la especulación teórica, se nos ofrece un ejercicio de lectura traspasado de ironía, penetración y sentido del humor, cualidades éstas que Lampedusa apreciaba en los escritores y letras ingleses, ya fueran grossi o magri. Este siciliano que añoraba para su isla la suerte de aquella otra más verde, encontró en la biografía de Byron la profesión del culto amor-odio hacia la tierra materna y, en sus obras, el desencanto que ilustra lo efímero de la gloria literaria y de la condición humana. Afinidad, identificación, hermanamiento, es decir, la forma más placentera y libre de leer.