En 1755 un galeón con bandera española parte de Manila rumbo a Acapulco cargado hasta los topes de objetos valiosos. La precariedad de sus sistemas defensivos y una tripulación inexperta lo convertirán en un supuesto blanco fácil para los piratas. No obstante, los españoles se emplearán a fondo para repeler el asedio en alta mar y proteger sus tesoros.