El territorio está vivo y en permanente transformación, no sólo por la acción de la naturaleza, sino cada vez en mayor medida por el comportamiento de la población que lo ocupa; los expertos se refieren ya con total naturalidad a una nueva época geológica, el antropoceno, en el que la huella del hombre sobre el territorio es cada vez más honda y sensible.Los retos que plantea esta transformación tienen una directa relación con nuestro modo de vivir, pensar y gobernar los intereses públicos. Estar atentos a estos cambios en la ocupación humana del territorio constituye una prioridad para todas aquellas instituciones que, como el INAP, tienen como misión crear conocimiento transformador en beneficio de la sociedad.Nada más actual, urgente y necesaria que una obra como ésta que nos ayude a comprender cómo afrontar los retos de un mundo de grandes aglomeraciones humanas, creciente envejecimiento poblacional, acelerado desarrollo tecnológico, una nueva economía global y del conocimiento, nuevas formas de organización social, nuevas formas de gobierno y, por descontado, nuevas formas de administrar el territorio.