Este último volumen de la trilogía Señores de las Dos Tierras se inicia con la coronación del nuevo Príncipe de Weset, Ahmose, como Rey del Alto y Bajo Egipto. El hermano de Kamose se propone acabar la tarea iniciada por éste e instaurar un reinado donde impere la tolerancia. Para ello exige a los nobles jurarles fidelidad a él y a su esposa Aahmes-Nefertari, la cual se encargará de capitanear a los guardias de palacio mientras su marido parte a reconquistar las tierras del Delta y asediar Het-uart. Su sueño es derrocar a Apepa, liberar el Delta y dominar el Camino de Horus. Sin embargo, en las largas horas de vigilia que impiden el sueño, Ahmose se siente solo, presa de la obsesiva necesidad de reinstaurar la gloria del Egipto ancestral, una nación maldita y bendita por los dioses. Así pues, en sus hombros ha recaído la nada desdeñable tarea de concluir la lucha que han librado tres generaciones de la estirpe Tao.