Caminamos hacia nuestra propia extinción a un ritmo vertiginoso y, desafortunadamente, frenar no entra en los planes de casi nadie. Demasiada ciudad, demasiado móvil, demasiado ordenador, demasiada intoxicación informativa y muy poco contacto con la naturaleza. Todo ello nos aboca a una vida y un futuro inciertos.
Precisamente, nuestro desapego del medio natural y nuestro más que necesario retorno a él y a sus efectos beneficiosos sobre nuestra salud son las ideas en torno a las cuales gira el libro de Martín Font.
No estamos ante un sermón (benditos sermones) ecologista ni ante un análisis catastrofista (alabados y necesarios análisis) de la situación del planeta, la de Martín Font es una propuesta muy sencilla: frente al estrés crónico que los occidentales padecemos, nos invita a refugiarnos en un bosque o en una playa y a permanecer en silencio, nos invita a una desconexión salutífera y terapéutica y a un reencuentro con nuestra esencia.
De la misma forma, narrando sus experiencias con diferentes animales y defendiendo el verdadero significado de palabras que, aunque no han desaparecido, parecen olvidadas (perdón, amor, sencillez, celebración, agradecimiento) nos sitúa frente a una realidad cotidiana, que, en la mayoría de ocasiones no es más que un atentado contra nuestro propio equilibrio.
Afortunadamente, no estamos ante los consejos de un iluminado ni de un gurú, siendo un punto a su favor y un hecho digno de mención, puesto que cada vez son más lo que creen estar en posesión de la verdad absoluta.
Gracias a su estilo sencillo y directo, Desconéctate y vive es un libro apto para todos los públicos y, bajo mi punto de vista, recomendable no sólo por sus propuestas, sino también por el descarnado análisis de nuestro día a día y de nuestros comportamientos.
A través de sus páginas, mi parte más humana -y también la más ancestral- se ha llegado a preguntar si no somos roedores dando vueltas a una rueda de prisas y monotonías cuando la libertad está al alcance de nuestra mano y consiste, simplemente, en mirar al horizonte y permanecer un tiempo en silencio. (Jorge Juan Trujillo, 15 de julio de 2019)