De Geoffrey Chaucer, “Cuentos de Canterbury”
Narraciones de la Edad Media que muestran una faceta que parece ser eterna: el ser humano no ha cambiado y no cambia, por lo menos, hasta nuestros días. Puede ser bueno, casto, inocente, espiritual o puede ser malévolo, aprovechador, libidinoso, hereje.
Un grupo de peregrinos se propone relatar cuentos durante su viaje y sacan a flote historias tan disparatadas como disímiles. Así, son variados los cuentistas: militares, funcionarios, religiosos, obreros, mujeres y hombres que narran sus anécdotas con ampulosidad y minuciosas descripciones. Por eso, también son múltiples los protagonistas de los cuentos: príncipes, reyes, damas nobles, prostitutas o mendigas, músicos, taberneros, caballeros, alguaciles, frailes, que entremezclan sus vidas en un devenir insólito de circunstancias: desde la santidad a la promiscuidad.
Sin embargo, la escritura es atrayente, tal vez no tan barroca como otros textos de la misma época. Además, dentro del relato sobresalen frases que son como perlas, brillan dentro de historias oscuras, dejando belleza y también sabiduría. Algunas pensamientos: “Prefería tener en la cabecera de su cama los 20 libros de Aristóteles encuadernados […] que vestidos lujosos el violín y el salterio.”, “…nadie ha vivido en este mundo sin morir más tarde o más temprano[…] la muerte es el final de todos nuestros problemas terrenales”, “Quizás estaba escrito en las estrellas desde su nacimiento-aquel libro que los hombres llaman cielo […] Pues en las estrellas está escrita la muerte de cada hombre, con mayor claridad que si fuese cristal, para los que saben leer en ellas”
hace 9 años
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