Una novela fantástica, absorbente y trepidante, sobre la necesidad de superar la pérdida.
La adolescencia es una situación liminal. Un estado difuso, cargado de dramatismo, tumultuoso y en ocasiones traumático. Es por eso, que no es extraño que en muchas novelas fantásticas, se utilice ese momento preciso como punto de partida en la incursión hacia otros mundos, considerados como vías de escape en situaciones extremas, como podrían ser el bullying, en La Historia Interminable; la orfandad y el desarraigo, como en la saga de Harry Potter; las terribles consecuencia de la guerra, en Las Crónicas de Narnia; o la sorpresiva e imprevista aparición de la muerte, en la muy recomendable Un Puente para Terabithia. Es casi de obligada mención, que la aparición de estas “fugas”guardan un inquietante paralelismo con la aparición de síntomas psicóticos en pacientes sometidos a graves situaciones de estrés, es por esto, que la fantasía, al igual que la música, puede servir como cable de tierra ante situaciones que, sin ella, serían imposibles de asimilar.
Este primer tomo de las Crónicas de Covadén, comparte con las obras antes citadas, esta característica previamente desarrollada: un preadolescente sometido a una situación de pérdida que intenta superar, continúa con una vida anodina, en la que casi ha terminado asumiendo una existencia plana y cercana a la anhedonia vital; es abducido de forma tempestuosa y rupturista, siendo arrastrado a ese nuevo universo mítico, cargado de peligros, nuevas vivencias y descubrimientos, donde tendrá que enfrentarse al terrible dilema de decidir entre cual de sus dos existencias paralelas debe renunciar para siempre.
La novela bebe inequívocamente de fuentes como J. K. Rowling ó R. A. Salvatore, e incluso, se percibe algún guiño a Terry Pratchett; sin que por ello, carezca de una personalidad propia, que se vislumbra en la descripción de una cotidianidad muy reconocible; sobre todo, en aquellos pasajes en los que la autora nos retrata de forma natural y directa, cómo es la vida doméstica de un chaval de 13 años en la actualidad: sus fantasías, sus retos, sus vivencias y su entorno familiar, con múltiples referencias a esta generación, enganchada al TikTok y a los contenidos virales.
Su adscripción a estos titanes del género no le hace perder un ápice de interés, resultando una lectura absorbente, plagada de giros y retruécanos argumentales, que te arrastran hacia un final que queda, para el lector, terriblemente abierto, generando un estado de ansiedad que seguramente, será aplacado con la aparición de una segunda parte, que nos permitirá, afortunadamente, atar cabos y completar esta aventura épica con un cierre redondo y acorde a la ambición de su autora. (José María Durán, 12 de enero de 2024)
hace 11 meses