Cinco años después de Fuera de mí, Marzal entrega en Ánima mía poemas que vuelven al timbre grave y profundo de Los países nocturnos, pero con un lenguaje que es ahora una fuente inagotable de prodigios, para expresar la celebración de la existencia y el sentimiento de desamparo, la gravedad de la muerte y la exaltación de la vida a través de las diferentes magias que constituyen la realidad. Una voz que se muestra aquí tan hímnica como elegíaca, tan celebratoria como trágica. Todos los tonos y las cadencias que parecían ir desplegándose en los libros anteriores, encuentran su integración en este deslumbrante poemario, tal vez el más representativo y maduro del autor.